La primera vez que tuve un arma
en la mano
sentí el peso
de una extrañeza
era un trozo puro
de artificio
del hierro
una entraña
el lacio exterior del interior
dispuesto
un equilibrio imposible
logrado
entre témpanos y hogueras
frío
fuego.
El cuchillo es exactamente lo opuesto
a un nido
y la piedra busca su centro imposible
el cuchillo es siempre una desnudez
una lengua excesiva en el filo
y en la punta
la piedra, en cambio, es obscena por su peso
pero un arma de fuego
es como un cuerpo:
pequeños órganos
muelles
móviles
dispuestos en torno a un punto
de mira:
una semilla
de metal
en gestación, inmóvil
dentro de un metal mayor, más duro
como un útero
con su fruto.
Alguien sostiene y jala. Y el acto
en todo se parece a un nacimiento.
Y no lo es.
Rafael Courtoisie
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