¿Quién de todos en mí es el que tanto
teme a la muerte?
Unos lucharán valerosamente contra ella
Otros no le harán ningún asco, rindiéndose como gallinas
Habrá traidores que le iluminarán el camino
como si tuviera necesidad de luz
hasta el corazón tan negro como ella de la ciudad
Estará Hamlet que se sube a la cabeza
con mi cráneo de pobre Yorick en su mano enguantada
recitando las tonterías de siempre
De estos movimientos contradictorios puede esperarse la tempestad, y también, la calma
que mutuamente se anuncian
Pero esta rama seca que invade el bosque
esta réplica de la muerte hecha de palo
Supongámoslo un ciudadano de tercera llamado ego
tan diferente de lo que mejor conoce
pues la muerte es justamente el protoplasma de este hijo sin madre
nacido de mi muslo
Esta mierda que nunca pude excretar
aferrado a mí como el nódulo al pulmón
cancerosamente diestro en la toma del poder
un charlatán que sólo puede hablar de lo que existe en lo que habla
y contaminarlo todo de irrealidad
piedra angular de la pesadilla y del sueño
de las fantasías que enferman y de las ilusiones que matan
es él quien pone ante la pelada el grito en el cielo
—raso de la ciudad
y el temblor en todos nosotros, los encerrados a morir
Enrique Lihn